Mirarse el ombligo: paraiso del político

Platón pensaba en la estratificación social como algo «inevitable» a la convivencia y a la diversidad de actividades económicas. De tal manera se «producirá el surgimiento de una minoría selecta que, con el tiempo, acaparará el gobierno» (Muiña [1]). El político de Platón perseguirá no lo racional ni tampoco lo justo, sino más bien lo conveniente. Pero aquí el quid de la cuestión se centra en ¿lo conveniente para quién?. Desde nuestro perspectiva de ciudadanos normales, no parece sinceramente que busquen lo conveniente para el conjunto social. Pero sí queda resaltado cómo se baten fieram,ente por «su conveniencia» en cuanto grupo dominante. Para nuestros problemas ¡ellos no son la solución!
¿Y qué podemos esperar de la nueva política? Siguiendo con Platón y sus ideas cabe resaltar la importancia de las leyes pues sin ellas no se puede crear y mantener «un sistema político verdaderamente adherido a la realidad» (Muiña [1]). Veamos quién de entre la nueva clase política puede garantizarnos al menos el cumplimiento de las leyes.
¿Los independentistas? Por lo que nos dejan ver las únicas leyes válidas para ellos son las que se fabrican a su medida. Sus leyes están por encima de todas las demás. No importa lo que diga el estado, ni Europa ni la ONU. ¡Sólo ellos son demócratas! Y muestran su capacidad de inovar reproduciento carteles leninistas. La misma prensa catalana les denuncia (La Vanguardia [2]). No pueden inspirar confianza más que a los locos, los arribistas o los ignorantes. Evidentemente ¡ellos tampoco son la solución!

Estos pretendidos defensores de los oprimidos defenestran a las voces discordantes. También insultan, acosan, agreden y trapichean con el intercambio de posturas para ganar más poder. Son una especie de fusión de populismo indigenista y comunismo fracasado. Inspiran tanta confianza como una telaraña hecha de cristal. ¡No, la fragilidad y la locura tampoco son la solución, sino más bien una involución!
¿Y qué hay de la derecha corrupta? Bueno, no vale la pena ni planteárselo. Están tan pillados por sus arreglos mafiosos que cómo podríamos imaginar que puedan hacer y respetar leyes que no defiendan a sus padrinos. Si hubieran podido representar una solución ya han tenido ocasión sobrada de hacerlo. Y lo único que han conseguido es maquillar las cifras del paro. Ocultando la debilidad del empleo basura y la neoesclavitud que han permitido no evitan la realidad. ¡Estamos mucho peor que antes!
¿Y qué nos queda? ¿Quién defiende a las clases medias? ¿Quién no se ocupa sólo de mirarse el ombligo? Porque son éstas quienes soportan el grueso del esfuerzo económico con sus impuestos. Necesitamos políticos limpios, dialogantes, alejados de los radicalismos. Gente moderna y preparada para unir y cohesionar en vez de dividir y enfrentar. ¿Hay algún Adolfo Suarez renacido que pueda con semejante desafío? A nosotros queda la decisión con nuestros votos puesto que otra cosa no nos dejan hacer.
Mirarse el ombligo. Fuentes
[1] Muiña, V.- La política de Platón: entre la utopía y la realidad. Revista cultural La Soga, 30/01/2017. [consultado: 11/08/2017][enlace externo]
[2] La Vanguardia.- El espejo leninista del cartel de la CUP para el referéndum. [consultado: 11/08/2017][enlace externo]