¿Esperar es desesperar? Mejor luchar
Esperar es desesperar. Dice Kierkegaard [1] que «a cada instante real de la desesperación, el desesperado lleva todo lo posible pasado como un presente». Nos hace entender con ello que la desesperación es una obcecación de la conciencia, una insistencia inútil en no ver la realidad presente. En confundirla con la interpretación que del pasado hace nuestra mente. Muy comunmente esperar es desesperar.
Pues bien, algo similar parece acontecer en la esfera moderna del poder donde, a pesar de los fracasos acumulados, se insiste en fórmulas que perpetúan el dominio de los incapaces, porque lo único importante es – una vez más – la perpetuación de los círculos de poder, influencia y familia. Mientras tanto, ellos esperan seguir eternamente a la sombra de su interesado paradigma de sojuzgación y explotación la humanidad desespera.
Quizás no deberían olvidar que «los paradigmas quedan así vinculados a épocas históricas concretas, son, en definitiva, construcciones radicalmente históricas» (Anta [2]) y como tales están condenados a ser superados. Esta época en que vivimos quedará retratada en la historia no por sus muchos logros científicos y técnicos, sino por su incapacidad de utilizarlos para el bien social y no únicamente para el «interés» de unos pocos.
Se construye hoy un marco de crecimiento global donde el delito y la violencia son contemplados como enemigos del poder si se dirigen contra las élites, mientras permanecen ignorados cuando se desarrollan en el seno de las subclases sociales dominadas. Y esto es así porque «al capitalismo no le conmueve el delito y tampoco la contingente inseguridad personal sino la sedición (Foucault, 1979)» (citado por Pegoraro [3]).
A pesar del esfuerzo realizado para culpar de la creciente inseguridad a las clases más desesperadas, empieza a ser evidente para ciertos pensadores valientes, como Pegoraro, el inequívoco aporte a la construcción social de «aquellos que se niegan a morir en silencio frente a tanta inequidad social» (Pegoraro [3]).
Esperar un cambio (y luchar por él) es siempre mejor que vivir cómodamente drogado por la falsa ilusión de no pertenecer al mundo de los desesperados.
El insensato que reconoce su insensatez es un sabio. Pero un insensato que se cree sabio es, en verdad, un insensato.
563 AC-486 AC. Sidhartha Gautama
Fuentes:
[1] Kierkegaard, S. [en línea].- Tratado de la desesperación. [consultado: 21-12-2013] [enlace externo]
[2] Anta, J.L. [en línea].- Desesperación y búsquedas. La antropología social y el (des)encuentro con la ciencia. En: Gazeta de Antropología, 1999, 15, artículo 10. Área de Antropología Social. Universidad de Jaén (España). [consultado: 21-12-2013] [enlace externo]
[3] Pegoraro, J. [en línea] Una reflexión sobre la inseguridad. [consultado: 21-12-2013] [enlace externo]