Lo que realmente importa
Los humanos a menudo corremos más persiguiendo espejismos que tras lo que realmente importa. Pero qué es lo que realmente importa, nos preguntamos de vez en cuando. ¿Es aquello que nos interesa por más tiempo? ¿O acaso esto otro que nos atrae con locura durante un latido para inmediatamente desaparecer?
Los ambiciosos dirían que la respuesta está en la unión de ambos. Y que lo realmente importante es lo que nos mantiene el interés con mayor intensidad durante el mayor lapso de tiempo posible. Pero es que eso también tiene un final. Y cuando éste llega entonces nos damos cuenta de nuestro error. Lo importante es la vida y cuando sentimos que se acabó y no volverá más es cuando realmente lo echamos de menos. La vida de los que amamos, la que una vez perdida nunca podremos recuperar, eso tiene verdadera importancia. Más incluso que la nuestra, porque la grandeza es generosa. Nos quedará el recuerdo, nos calmará su imágen y nos consolarán sus obras, pero su compañía nunca más retornará ni para alegrarnos ni para entristecernos, simplemente ya no estarán.
Nuestra herencia
Y su mejor herencia no serán los bienes materiales que nos hayan dejado, ni sus palabras ni aún sus obras. Su verdadero legado, el que jamás podremos olvidar, es la prueba de que el ser humano puede morir y seguir siendo amado. Esa es la verdadera grandeza y la prueba de la eternidad del amor, porque éste y solamente él es lo que realmente importa pues se sitúa más allá del vacío de la desaparición.
¡Descansen en paz nuestros muertos y gracias por habernos dejado su amor!