Lo peor para España. Parlamento boloqueado
Peor para España, así ocurre a principios del 2016. Estamos atravesando una época caracterizada por declaraciones que podríamos titular como de «balones fuera». Rajoy dice que cualquier alternativa a la suya es lo peor para España, Iglesias explica que «cuanto más tiempo se pierde es peor para los ciudadanos». Pedro Sánchez se borra del Pleno sobre la unidad de España, etc…etc. ¡Vamos, una maravilla de diálogo y cooperación con el mandato de los ciudadanos!
La ciudadanía ha cambiado. Ya no quiere más las viejas políticas, pero sus representantes parecen incapaces de adaptarse a esta nueva mentalidad. Lastrados por los sillones, las corruptelas, las puertas giratorias y organismos inútiles para el pueblo pero verdadero refugio del político ya defenestrado de la primera línea. Así es como los antiguos dirigentes se ven amarrados a un discurso decadente que ya a nadie con inteligencia y criterio propio convence.
Los nuevos políticos, atenazados por su evidente ansia de asaltar el poder y disfrutar cuanto antes de sus privilegios. Pronto olvidan sus orígenes. Cambian su democracia participativa interna por una evidente lucha de clases. Sacrifican a los pequeños y grandes disidentes. Finalmente un retorno rápido y nada disimulado a las lecciones de la vieja historia fascista y totalitarista.
La política inútil es lo peor para España
En medio de todo ello el parado sigue sin tener un trabajo. El pensionista tampoco recupera su poder adquisitivo. La sanidad se sigue encareciendo y pierde profesionales a ojos vista. Los trabajadores disfrutan de una cada vez mayor precariedad y abusos empresariales, y las clases medias siguen pagando y pagando. Sufren unos impuestos que crecen a velocidad de vértigo mientras los servicios que reciben a cambio caen en picado.
Empezamos a creer que, como dice Rajoy, el Parlamento no siempre tiene razón. Ese Parlamento al cual él mismo pertenece, y que ya parece no servir a los ciudadanos de este país sino únicamente a sus diputados, debería cambiar a toda prisa o desaparecer definitivamente. El pueblo debe recuperar el ¡Basta Ya de tanto absurdo!