Quo Vadis Terra. Un hogar común
Quo vadis terra. La Tierra, nuestro único mundo, ha progresado mucho en la historia de la humanidad. Vivimos ahora en un sistema donde lo mejor y lo peor de nuestra especie caminan en paralelo: las Naciones Unidas (UN) lo expresan escribiendo en su Web que «El mundo está experimentando una prosperidad sin precedentes, pero el planeta también está bajo un estrés sin precedentes». Desigualdades crecientes entre las poblaciones, aún más de 1.000 millones de personas viviendo en la pobreza y crecientes olas de protestas reclamando «un mundo más próspero, justo y sostenible«. En este mundo intercomunicado ¿quién podría esperar la sumisión total y la renuncia frente a la imágen comercial del lujo y la riqueza con que nos bombardea el sistema económico?
Quo vadis terra. La crísis
La crisis en la que nos vemos inmersos aporta nubarrones de tormenta al futuro. Aunque las economías capitalistas no cesan de vendernos un porvenir más bondadoso, lo cierto es que no convencen a todos. Así leemos a la Fundación 1º de Mayo afirmar que los recortes son parte de una ofensiva global contra el «tercer mundo» además de una ofensiva «de los dueños del Capital que lleva 5 años y que constituye un ataque nunca antes visto contra conquistas sociales logradas en siglos de luchas por los pueblos y por la clase trabajadora del mundo«.
¿Son las desigualdades sociales y económicas la base para un futuro humano brillante o pueden, por el contrario, abocarnos al abismo? Tomando como ejemplo al gigante chino, sinónimo actual de crecimiento y prosperidad, leemos a Ríos [1] afirmando que «Las desigualdades, por otra parte, constituyen una auténtica bomba de relojería» y que la consecución los objetivos finales del país dependerá en gran medida de «la reducción de los desequilibrios y las desigualdades» pues las «abismales diferencias de desarrollo entre el este y el oeste del país [implican..] pérdida de cohesión territorial«. En otras palabras, sus desigualdades pueden ser la semilla de la que germine la caida del gigante y de su desmembración, como ya ocurriera con su último emperador. Al igual que afectó a dicho imperio o a la extinta URSS, igualmente podría acabar con nuestro sistema global.
Quo vadis terra. El equilibrio
Es muy deseable encontrar «un nuevo punto de equilibrio entre la ética y la técnica«, como afirma Rojas[2], pues los increibles descubrimientos tecnológicos realizados en los últimos siglos no han repercutido aún en similares avances en las estructuras sociales. La revolución de lo humano es la asignatura pendiente del avance científico. Por eso Rojas puede afirmar que «la mayor parte de nuestras sociedades muestran un creciente nivel de concentración del poder. Quizás el mayor ejemplo de ello sea actualmente la esfera económica, en la que la desigualdad aparece como plenamente arraigada«. No es nada nuevo, ya en 1999 la Declaración de París del Congreso de la Internacional Socialista proclamó: «Nuestra obligación es comprometernos, como responsables políticos [..] transformando la incertidumbre en esperanza, aprovechando las inmensas ventajas de la revolución tecnológica, de la liquidación del equilibrio del terror, y minimizando los riesgos inherentes a todo cambio de era«.
Al final, como bien dice Ansi Derose en su canción, todos somos extranjeros en este mundo y pedimos un poco de ayuda a los demás. Únicamente así construimos un hogar para todos en esta Tierra única que habitamos.
Fuentes
[1] Ríos, X.- [en línea] El impacto de China en el futuro de Asia y del mundo. En: Observatorio de la Política China, www.politica-china.org. [consultado: 19/03/2015] [enlace externo]
[1] Rojas, F.- [en línea] La política del futuro. En: www.mundosinguerras-cv.org. [consultado: 19/03/2015] [enlace externo]
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