Ser virtual y realidad. ¿Quién tiene el control?
Ser virtual está de moda. La experiencia personal en las redes sociales y los mundos virtuales cobran creciente importancia. Como muchos otros avances tecnológicos, no parecen aportar per se ni perjuicios ni beneficios. Todo dependerá de cómo sepamos gestionar la mutua relación entre nuestro «yo virtual» y nuestro «yo real». Nuestra imágen virtual comienza a formar parte importante del propio entorno y personalidad. ¿Y cuál es el criterio para saber si nuestra particular construcción de la relacion real-virtual es destructiva o no? Dependerá de quién detente el control.
Si la persona real gobierna el timón de las mutuas influencias entre los mundos real y virtual, entonces lo virtual estará aportando beneficios a nuestra vida y ayudando a mejorar nuestra personalidad. Cuando por el contrario es la persona virtual quien toma el control se genera un auténtico problema de personalidad. Esta situación crea una disociación con la realidad del individuo, haciéndolo infeliz e incapaz de afrontar la dureza de la vida y empuja a la persona a ocultarse de los problemas reales, refugiándose en ese mundo virtual que puede dominar sin dolor y sin esfuerzo.
Ser virtual: desventajas
«Nuestro yo se conforma a partir de la adaptación del ser al medio», nos dice Muros [2]. Las identidades virtuales que creamos no desaparecen cuando apagamos nuestra conexión a internet. Nuestra mente adapta la realidad en la que vivimos para que lo virtual forme parte de ella y podamos «sentirlas como verdaderas» porque «Hablar de identidad es hablar de identidades» (Muros [2]). Así, legitimamos la mentira cuando conviene a la construcción de nuestra identidad virtual más atractiva y mejor valorada, olvidamos el daño que pueda causar la verdad cuando sea descubierta y sacrificamos solidaridad y empatía a cambio de aumentar egoistamente nuestra autoestima.
Al mismo tiempo, perdemos capacidad de resistir el sufrimiento y voluntad de superación por el trabajo. ¿Para qué sufrir construyendo una personalidad real cuando fácilmente podemos inventarnos un yo online más conveniente? ¿Por qué continuar una conversación dificil o luchar con una relación insatisfactoria cuando virtualmente podemos cambiar de interlocutor o de amigo con un simple click? Lo fácil e inmediato es un caramelo muy atractivo para una personalidad débil.
Por eso no se debe tomar a broma este tema. Las ilusiones y deformaciones perceptivas que tienen lugar en el espacio virtual pueden convertirse en patologías (López-Pellisa [3]) como el síndrome de Pandora, donde la sustitución artificial del concepto de belleza femenino por una composición virtual a medida de nuestro particular concepto de sensualidad y hermosura encierra un maligno caballo de Troya portador de todos los males de la humanidad: egoismo, individualismo, insolidaridad e incapacidad de superar el sufrimiento transmutando el mal en bien.
Ser virtual: ventajas
Pero no todo en el ser virtual tiene por qué ser malo, como decíanmos al principio. Rosas [4] viene a señalar que el uso de los mundos virtuales y sus posibilidades han facilitado grandes avances en nuestros sistemas de enseñanza y aprendizaje, donde «la materia prima para la innovación en nuestro caso es la virtualidad». Al final, la bondad o maldad de cualquier avance tecnológico radica más en el uso que se haga de él que en sus posibilidades intrínsecas: ¡hagamos un buen uso de la virtualidad y ganaremos con sus bondades sin perjudicarnos con sus peligros! La educación de las personas marcará la pauta.
Fuentes
[1] Aboujaoude, E.- Página web. [consultado: 10/07/2016] [enlace externo]
[2] Muros, B.- El concepto de identidad en el mundo virtual: el yo online. U niversidad de Alcalá. Madrid, 2011. [consultado: 10/07/2016] [enlace externo]
[3] López-Pellisa, T.- Patologías de la realidad virtual. Fondo de Cultura Económica de España, S.L.. Madrid, 2015. [consultado: 10/07/2016] [enlace externo]
[4] Rosas, P.- Gestar y gestionar la virtualidad: un análisis desde la práctica y las instituciones. Año 6 / Núm. 3 / Nueva época / Abril 2006 / ISSN 1665-6180. [consultado: 10/07/2016] [enlace externo]