Situaciones desorganizativas y responsabilidad
En las Administraciones Públicas la inercia de la rutina constituye un enemigo importante del orden organizativo deseable. El personal que atiende a los ciudadanos para brindar información se comporta aburridamente. Cuando aquellos se la demandan (presencialmente, por correo o por teléfono) tiende a responder con los estereotipos aprendidos del día a día. A menudo esto implica que no se han realizado esfuerzos adecuados.Ni para adaptarse a los cambios normativos ni tampoco para actualizar los datos. Los datos que se poseen están desfasados o no se corresponden con la realidad. Ser creativo no es algo inmediato sino que requiere esfuerzo y ética personal, pues como apunta García [1]: «Porque si pensamos con honestidad es posible que debamos encarar cambios en nuestra vida, en el modo de dirigir, que no nos resulta emasiado atractivo: revertir la inercia de la rutina no es fácil«
Un ejemplo habitual se refiere a cuando un medicamento se ve incorporado a la lista de los que requieren un visado. Normalmente lo propociona la inspección para ser financiados por el sistema público (Fernández [2]). Si los trabajadores que contestan a la pregunta de un afiliado no han realizado un esfuerzo permanente para mantenerse al día de los cambios en el listado de productos a visar, entonces lo más probable es que la información que vayan a suministrar sea errónea. Esto ocurre ahora mismo con la multitud de productos farmacológicos que son recetados por principio activo y no – como antaño – por su nombre comercial. En ocasiones tal situación se puede deber a una mala distribución de la información (flujo vertical) y en otras a una clara dejadez del trabajador (quien confiando en la inercia de lo que cree saber no consulta y actualiza sus conocimientos).
Situaciones desorganizativas. La responsabilidad
El fenómeno de la “responsabilidad centrípeta” de los errores se constituye en uno de los mayores y más frecuentes enemigos de la organización. Muy a menudo la visión (todavía) departamental imperante en las oficinas públicas impulsa al trabajador a no considerarse nunca responsable de sus errores. Se tiende a buscar culpables en los superiores jerárquicos olvidando la propia responsabilidad. En esta línea un fenómeno muy habitual consiste en el olvido de las contraseñas individuales de acceso a las aplicaciones. La excusa recurrente consiste en aducir que no se le había facilitado previamente. Incomprensible resulta la ausencia de un registro de contraseñas donde el superior jerárquico anote la fecha del último cambio de contraseña de cada trabajador (sin inmiscuirse en la contraseña en sí, información ésta privativa del trabajador).
La falta de perspectiva de los trabajadores provocada por su aislamiento departamental y la ausencia de un compromiso con la visión global de la organización están en la base de las situaciones desorganizativas mencionadas. Pero en última instancia la responsabilidad es de la organización al no formarlos adecuadamente para superar el analfabetismo organizativo. El aspecto de la formación contínua de los trabajadores públicos sigue siendo la cenicienta de nuestro sistema organizativo. Este abandono de responsabilidad que demuestra nuestro sistema vertical únicamente sirve como potenciador de lo que Vargas [3] – citando a Marcuse – denomina: «contenido represivo y alienante del sistema social de dominación«
Situaciones desorganizativas. Fuentes:
[1] García, J. [en línea] Rompiendo paradigmas: La utilidad de la filosofía, eso que no sirve para nada. Revista de Antiguos Alumnos del IEEM. 2ª Lectura. [consultado: 17-02-2012]. Disponible en: [enlace]
[2] Vida, J. [en línea] El Visado de recetas de medicamentos como instrumento de la política sanitaria: un análisis jurídico. Universidad Carlos III. Madrid, 2006. [consultado: 17-02-2012]. Disponible en: [enlace externo]
[3] Vargas, R. [en línea] Marcuse: vigencia de un pensamiento inactual. Rev. Filosofía Univ. Costa Rica, XLIV (111-112), 145-152, Enero-Agosto 2006. [consultado: 17-02-2012]. Disponible en: [enlace externo]