Altermundialismo y ¿violencia?
A pesar de esta imagen asociada a la violencia [1] que se trata interesadamente de transmitir desde los sectores reaccionarios (aprovechando conductas de grupos minoritarios), el movimiento antiglobalización es visto como una iniciativa pacífica [1].
Precisamente así es calificado desde otras tendencias tan significativas como los movimientos de resistencia civil. Así lo expresa la investigadora Salazar Posada [2] aportando como ejemplos de resistencia civil no violenta: “[..] los movimientos sociales globales y sus expresiones locales (de derechos humanos, feminista, ecológico), el altermundialismo como respuesta a la globalización desde los intereses de centros de poder dominantes [..]”. Y este enfoque no deja de alinearse con el razonamiento pro-activista de José Saramago [3]: “si no intervenimos a tiempo – es decir, ya – el ratón de los derechos humanos acabará por ser devorado implacablemente por el gato de la globalización económica”.
En última instancia la razón de ser del movimiento altermundialista no es otra que la de buscar soluciones alternativas a los problemas de los sectores mayoritarios de la población mundial, los cuales se ha demostrado claramente no están representados por la OMC, el FMI, el Banco Mundial y demás organismos; una reacción de semejante calado ha sido formulada por Vicenç Navarro [4] en cuanto necesidad de “la alianza de las clases populares del Norte y del Sur en contra de la alianza de las clases dominantes” a las cuales sirven únicamente los citados organismos sociopolíticos internacionales y que nos han conducido – por mucho que se intente difuminar el problema bajo enfoques estadísticos – a un aumento de las desigualdades entre los sectores más ricos y los más pobres en el mundo.
Altermundialismo y violencia. El Estado del bienestar
Otra advertencia seria a destacar entre las ideas vertidas por Navarro [4] se centra en el intento neoliberal de terminar con el Estado del Bienestar europeo, eliminando o reduciendo drásticamente las políticas redistributivas y favoreciendo respuestas monetaristas frente a las medidas de carácter social (mayores gravámenes sobre las rentas más altas o sobre los benéficos de empresas, etc.) que pudieran paliar los desequilibrios socioeconómicos. Esta línea de discurso se asemeja fielmente con lo argumentado por Perry [5] cuando describe los comportamientos políticos de una figura tan enormemente representativa del neoliberalismo como Margaret Thatcher: “contrajo la emisión monetaria, elevó las tasas de interés, bajó drásticamente los impuestos sobre los ingresos altos, abolió los controles sobre los flujos financieros, creó niveles de desempleo masivos, aplastó huelgas, impuso una nueva legislación anti sindical y cortó los gastos sociales”.
Altermundialismo y violencia. Sin líderes
La situación de poder marginal y antidemocrático, protagonizada por los lobbies multinacionales es patente en las cifras de corrupción detectadas, auténtico agujero negro de la riqueza mundial y verdadera fuente de crecimiento en las mencionadas desigualdades, sustentadas casi siempre en monopolios explotadores cuyo ejemplo más consistente radica en la industria farmacéutica, más poderosa – en palabras de Navarro – que los propios usuarios de sus productos. Ésta es pues la situación real del mundo “global” en que vivimos y la mejor de las razones para apoyar la necesidad de un cambio y la posibilidad de que éste exista. Como termina diciendo Navarro en su artículo, “otras políticas son posibles”, pero no serán viables sin la suficiente presión por parte de los ciudadanos; y éste rol – el de la presión ciudadana por un mundo mejor – es el desempeñado hoy en día por el movimiento altermundialista.
Finalmente el movimiento antiglobalización está suscitando nuevas alianzas entre viejos enemigos que hoy gozan de posiciones dominantes en los sistemas políticos y económicos avanzados, y esto es así porque – en palabras de Revuelta [6] – “incomoda al sistema establecido, tanto a los neoliberales como a la izquierda institucionalizada, porque está planteando un nuevo giro a la hora de interpretar el cambio histórico y social, que no necesariamente se apoya en los modelos de izquierda tradicionales, como pudo ser el «Estado de Bienestar» en Europa”. Así en sus conclusiones Revuelta nos viene a participar sus sospechas de que los viejos sistemas no quieren morir y, además, y quiero señalar específicamente esta frase por lo representativa de la nueva sociedad en Red: “No se pueden entender muchos modos de organización porque no conciben la toma de decisiones sin líderes”.
Altermundialismo y violencia. Fuentes:
[1] El País.es. [en línea] Especiales. Artículo: El movimiento de resistencia global:
“Violencia en las protestas antiglobalización”. [consultado: 13-02-2012]. Disponible en: [Enlace externo]
[2] Salazar Posada, M. [en línea] La resistencia civil: estrategias de acción y protección en los contextos de guerra y globalización. Bogotá. 2004. p.40. [consultado: 13-02-2012]. Disponible en: [enlace]
[3] Saramago, J. [en línea]. “Este mundo de la injusticia globalizada”. Artículo
publicado por el diario El País, de Madrid, el 6 de enero de 2002. [consultado: 12-02-
2012]. Disponible en: [Enlace externo]
[4] Navarro, V. [en línea]. El fracaso del neoliberalismo en el mundo y la Unión Europea. Revista Análisis, nº 10. Septiembre-Diciembre de 2011. [consultado: 12-02-2012]. Disponible en: [enlace externo]
[5] Perry, A. [en línea] “Neoliberalismo: un balance provisorio”. En libro: La trama del neoliberalismo. Mercado, crisis y exclusión social. Emir Sader (comp.) y Pablo Gentili (comp.). 2ª. Ed.. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Buenos Aires, Argentina. 2003. p. 192. ISBN 950-23-0995-2. [consultado: 11-02-2012]. Disponible en: [Enlace externo]
[6] Revuelta, M. [en línea] “El tratamiento mediático de la globalización”. En
www.rebelion.org. [consultado: 11-02-2012]. Disponible en: [Enlace externo]