Libertad religiosa VS libertad humana
Sorprendentemente, la población del gigante americano EEUU – un macropaís tradicionalmente dominado por los reaccionarios – se ha rebelado con fuerza. Ha dicho no a la discriminación impuesta en nombre de la religión (Pereda [1]). Se han enfrentado a una ley sobre libertad religiosa que abría la puerta a la discriminación de los homosexuales: «Una ley de libertad religiosa aprobada por el Estado de Indiana que facilita el rechazo contra gais y lesbianas por parte de empresarios que aleguen que, en el caso de proporcionarles sus servicios, estarían atentando contra sus creencias» (Pereda [2]).
Ante situaciones como la descrita no parece nada extraña la afirmación de Harris [3]: «El ateísmo no es más que la protesta manifestada por la gente razonable en presencia del dogma religioso«.
Al inicio de 2015 decía Limon [4], director ejecutivo de Universal Rights Group, que «la violencia y la discriminación de los gobiernos contra los grupos religiosos, así como la hostilidad social por parte de una variedad de actores, han alcanzado niveles sin precedente en todas las regiones, excepto en América» y que en el sistema internacional de derechos humanos de la ONU la lucha contra este tipo de intolerancia ha sido una de las principales prioridades desde su inicio. Pues no parece que sean las instituciones políticas, de motu propio, quienes impulsen esta lucha en EEUU. Y lo cierto es que en 2012 el 33% de los países registraron niveles “altos” o “muy altos” de intolerancia (cuando en 2006-2007 ese mismo índice se situaba en el 20%).
Si hay avances, como el comentado en este artículo, es gracias a la concienciación de los ciudadanos, como se puede observar en la historia, y su activa movilización a favor de las libertades de las personas y contra cualquier tipo de imposición, discriminación o marginación. Sólo los individuos unidos pueden conquistar su libertad frente a los que se autoproclaman portavoces de la verdad divina.
Tomemos como ejemplo las matanzas de cristianos que se vienen realizando por parte de los grupos radicales islámicos. Ni tan siquiera las débiles protestas del Papa contra semejante barbarie han tenido el menor eco en las autoridades políticas. Aún más clara ha sido la respuesta de las jerarquías musulmanas ante tales crímenes: el silencio. Únicamente la respuesta unida y masiva de los seres humanos, sin diferenciación de credo, raza o modelo de afectividad, podría poner coto a la violencia religiosa. Porque la libertad religiosa de unos no puede implicar poner cadenas a otros. Si le ponemos fronteras a la libertad deja de ser libertad y quien así actúa no puede justificarse en ningún dios.
Fuentes
[1] Pereda, C.- [en línea] La igualdad vence a los prejuicios. En: El Pais internacional. [Consultado: 05/04/2015] [enlace externo]
[2] Pereda, C.- [en línea] Rechazo a una ley de Indiana acusada de discriminar a homosexuales. En: El Pais internacional. [Consultado: 05/04/2015] [enlace externo]
[3] Harris, S.- [en línea] La religión como fuente de intolerancia e irracionalidad. Traducido por: J.C. Álvarez. En: sindioses.org. [Consultado: 05/04/2015] [enlace externo]
[4] Limon, M. y cols.- [en línea] La estrategia de la ONU para combatir la intolerancia religiosa: ¿es apta para su propósito? En: opendemocracy.net. [Consultado: 05/04/2015] [enlace externo]