Crecimiento, ¿bendición o condena?
Crecimiento como bendición. Datos.
POBLACIÓN MUNDIAL POR CONTINENTES (2013)
Asia ≈ 4 300 millones de habitantes.
África ≈ 1 000 millones de habitantes.
América ≈ 908 millones de habitantes.
Europa ≈ 738 millones de habitantes.
Oceanía ≈ 38 millones de habitantes.
TOTAL = 7.000 millones
De todos ellos sólo unos 2.500 millones tienen acceso a internet, aunque su distribución es muy dispar según los países y continentes. En Burundi, Etiopía o Congo no llegan al 2% de sus habitantes los que pueden acceder a tal nivel de comunicación con el mundo exterior. Corea, Emiratos Árabes, Francia y en general los paises más ricos superan ampliamente un 80% de personas con libre disposición a la red.
Pero el mundo del móvil ha introducido una tendencia imparable en los países más pobres. Hay países donde los recursos parecen más escasos y no llegan para pagar ordenadores y conexiones de banda ancha. Así ocurre entre la gran mayoría de los 1.000 millones de africanos. En ellos la demanda de móviles crece a un ritmo del 550% anual. De este modo existen actualmente 10 veces más abonados a telefonía móvil que a líneas fijas.
Se calcula que para el año 2.050 nuestro planeta contará con unos 9.000 millones de seres humanos a los que cobijar, alimentar, vestir y dotar de múltiples caprichos. Además las estimaciones de distribución del crecimiento demográfico señalan tendencias. Es decir que vamos hacia un desequilibrio de crecimiento, acumulando el mayor porcentaje de aumento poblacional en los países más pobres.
Crecimiento como bendición. Paradigma peligroso
No es razonable esperar que esta ingente masa de nuevos ciudadanos, bajo la excusa de cuidar el planeta, renuncien a la vida de lujo y consumo desmesurado de que disfrutan sus homólogos en el primer mundo y que los medios de comunicación de masas les hacen contemplar cada día como una tortura psicológica de mostrar a un sediento la frescura del agua que no puede beber.
Esta situación se torna aún peor cuando las riquezas naturales resultan codiciadas no solo por los países más desarrollados, sino también por los llamados BRIC (Brasil, Rusia, India, China), potencias emergentes cuya competición por los recursos necesarios para su crecimiento implica comportamientos muy interesados.
Es ésta una situación en que la lucha por el crecimiento puede crear una pinza de presión sobre los países menos desarrollados que termine por exacerbar su explotación en vez de liberarlos. Este paradigma sin control puede ser muy peligroso.