Desastres nacionalistas y populistas
Desastres nacionalistas y populistas. En 2015 decía Garzozi [1] en su artículo ‘Los políticos y Gobiernos populistas en el mundo‘: «El populismo, entre otra características, siembra odios y divisiones entre los segmentos de la sociedad, entre los ciudadanos y sus organizaciones, entre regiones y ciudades. [..] El arma de dividir para dominar, imponerse y controlar todo para logar sus objetivos, manipular las instituciones públicas, cambiar las leyes y normas en su beneficio»
Acusar de todos los males a quien queremos hundir funciona, siembra un odio emocional contra él que una vez encendido no necesita de razones ni datos objetivos. Basta seguir insistiendo en la mentira porque es normal que el equivocado no quiera reconocerlo y cierre obtusamente sus ojos y sus oidos a todo menos a quien le ha adoctrinado. No es un invento populista. Funciona como el lavado de cerebros de las sectas. Y en su argumentario hacen brillar el concepto de plurinacionalidad. Lo exponen como algo novedoso y solución a los problemas de multiculturalidad.
En el caso ecuatoriano, el concepto de plurinacionalidad ha sido propuesto por el movimiento indígena. Y lo han hecho para superar la condición de racismo, exclusión y violencia que caracteriza al Estado-nación moderno en contra de los pueblos indígenas. Pero ¿son racismo, exclusión y violencia características proopias de las democracias occidentales? ¿Se puede considerar a los pueblos catalán o vasco como indígenas oprimidos? ¿Tiene sentido querer «imponer» en España o en Europa un modelo que pertenece a las repúblicas Bolivarianas?
Puede que los políticos populistas se vean como libertadores de unos pueblos «esclavizados» por su Constitución democrática, que ha servido para mantenerlos en las primeras posiciones entre los paises desarrollados del mundo. Es posible que ellos prefieran integrarnos en el grupo de las repúblicas bolivarianas plurinacionales y devolvernos a las posiciones de desarrollo que ellas representan. Veamos lo que dice el Indice de Desarrollo Humano 2016 publicado por las Naciones Unidas:
- Reino de España. Puesto 27 (puesto 21 en el año 2000)
- Rep. Bolivariana de Venezuela. Puesto 71 (puesto 65 en el año 2000)
- Estado Plurinacional de Ecuador. Puesto 89 (puesto 91 en el año 2000)
- Estado Plurinacional de Bolivia. Puesto 118 (puesto 114 en el año 2000)
Según parece para las Naciones Unidas en la España democrática del 2000-2016 se vive al menos 4 veces mejor que en los paraisos populistas. ¿Cuál es la conclusión? ¡El populismo quiere timarnos! Y es normal, porque sólo mediante el engaño pueden obtener el poder, único fin que les interesa.
¿Y qué pasa con el nacionalismo? Habla la radicalidad separatista de la CUP. Y dice: «El pueblo manda, no hay nada que votar, dialogar, ni consultar». Y esto suena a un discurso anterior: «La democracia, observándola de cerca, se puede percibir que tiene un problema y es que ante todo el pueblo no tiene convicciones, sino que estas convicciones les son impuestas, tal como ocurre en todos los lados.» Ésto lo decía un tal Adolfo Hitler en 1940, discurseando sobre la democracia y anticipando que cuando se impusiera su voluntad se acabaría el problema de las democracias. ¡Vaya, parece que ha dejado discípulos! Así es el panorama de los desastres nacionalistas y populistas actuales.
Evidentemente Hitler, como éstos separatistas de ahora, consideraba a las democracias gobernadas por el capital y asumía que sólo él podía dotar al pueblo de convicciones adecuadas. ¡Y lo gordo es que se lo tragaban! Igual que ocurre en esta historia: este grupo ambiciona el poder y así «re-educan» al pueblo con sus convicciones. Y, claro está, al que no se muestra de acuerdo lo acorralan (todavía no pueden despacharlo, pero ya empezaron las amenazas). Ya antes causó la ruina y como una mala enfermedad se empeña en regresar.
Tales movimientos no son nuevos. Dice Morales [2] que «con la Independencia Latinoamericana, el subcontinente se divide en un crisol de naciones que rápidamente entraron en un precario proceso político caracterizado por las luchas caudillistas, guerras intestinas, movimientos separatistas, gobiernos inestables y crisis de todo orden: social, político y económico». En todo caso tampoco son nuevas las consecuencias y se resumen en una debacle social y económica. En fin, sólo la Ley y su respeto puede sacarnos de esto. Pero para ello no caben medias tintas: el Estado debe ser comedido, pero firme. Hay que aplicar la Ley y retomar la senda democrática, lejos del supremacismo etnicista.
Y por mucho que nos pese lo que no se pueda imponer con razones deberá ser defendido. Si no basta la palabra habrá de hacerse con la fuerza proporcional que sea necesaria.
Fuentes de Desastres nacionalistas y populistas
[1] , Garzozi, J.- Los políticos y Gobiernos populistas en el mundo. En: desdemitrinchera.com. 2015. [consultado: 27/10/2017] [enlace externo]
[2] Morales, JC.- Separatismo político latinoamericano en el siglo XIX: bases para una comprensión histórica. Mañongo. Nº 17, 2001, pp. 213 – 236. [consultado: 27/10/2017] [enlace externo]