Supremacismo nacionalista: odio en la red
Supremacismo nacionalista. No es un fenómeno nuevo, desde luego. Pero lo que no habíamos visto antes es su expansión y radicalización a través de un nuevo campo de batalla: la red. Los razonamientos basados en análisis lógicos y en datos que los apoyasen han dado paso a la visceralidad más irracional. El deseo de ganar ya no es tan importante como la voluntad de «destruir» al enemigo, se pague el precio que se pague. El que piensa diferente ya no es contemplado como dentro de un conjunto de personas que piensan y sienten de manera diferente. Al discrepante se le aisla, se le acosa y se le califica de inferior. Y se llega al punto máximo del absurdo cuando se adopta la máxima del «cuanto peor … mejor».
No son todos los nacionalistas unos «oprimidos» que renieguen de la democracia por que ésta les haya maltratado. Tenemos el caso de Kemi Seba y su alejamiento de occidente en su lucha por la negritud. Así se entiende su concepto de autodeterminación basado en «abandonar por completo los axiomas políticos occidentales y realizará un ataque frontal al concepto de democracia» (Maroto [1]). En este caso su alejamiento de las leyes supremacistas de blancos sobre negros tiene su lógica y su apoyo en los hechos. No es el caso de nacionalismos como el catalán. Aquí no se da un fenómeno de racismo de la mayoría de la población sobre una minoría étnica. Para empezar no existe una minoría étnica oprimida.
La población de Cataluña en 2017 es de 7.477.131 personas (IDESCAT [2]). En 2017 los extranjeros con autoritzación de residencia en Cataluña ascienden a 1.104.782 personas. Es decir que un 15% de la población residente no es de orígen catalán. Y no existen precedentes de ninguna revuelta contra ellos ni de protestas de este colectivo por marginación. Ya en 1999 el diario EL PAÍS informaba de que «60,3% de la población actual de Cataluña es fruto directo e indirecto de la inmigración». En otras palabras Cataluña se ha construido a base de una inmensa aportación de capital humano foráneo, movimiento que continúa en la actualidad. Por otra parte el PIB de Cataluña corresponde a una región muy rica: el 20% del PIB español está en Cataluña (Estévez [3]). Y sin embargo los políticos regionales han levantado un discurso de odio exacerbado hacia los mismos que han construido su bonanza económica.
Así es el acoso de los independentistas a los ciudadanos catalanes que se sienten españoles #helpcatalunya pic.twitter.com/9IKr3IyOdV
— Caso Aislado (@CasoAislado_Es) October 17, 2017
Tal es el extremo a que puede llegar el odio que se ha creado una aplicación CatalApp para señalar y perjudicar a los comercios que hablan en castellano en Cataluña. La idea Hitleriana de que la historia humana se puede explicar en términos de la lucha de razas está siendo trasladada a este nuevo escenario. No se quieren escuchar otras opiniones que las nacionalistas y ello conlleva segregar a millones de personas: las menos violentas, las más proclives a permanecer en silencio y dejarse llevar por la corriente. Se puede leer claramente en la publicación de un separatista radical arriba expuesta. La idea imperante en el separatismo es dañar a este colectivo discrepante, para después echar la culpa al gobierno central. ¿Qué moral es esa donde el fín justifica los medios? ¿En qué criterio democrático se basa el dañar al diferente para mejorar nosotros? ¿Qué diálogo puede haber fuera de la ley y bajo las condiciones de «sólo yo tengo razón y lo aceptas o te lo impongo»?
En Cataluña se ha desatado un nuevo infierno. Los muchos años de inacción de los gobiernos constitucionales han permitido esto. Con los impuestos de todos se ha construido una minoría supremacista. Y lo peor es que gran parte de ellos son personas normales, pero adoctrinadas desde la más tierna edad. Las escuelas catalanas han construido ese supremacismo que odia todo lo que no es como ellos quieren. ¿Quién puede dialogar con el Ku Klus Klan, con quien sólo quiere imponer, marginar, insultar y finalmente agredir?
Tras su mmonótono machaqueo en las redes con insultos e ideas antidemocráticas repetidas hasta la saciedad, el mundo no se lo traga. Las mentiras sólo han servido para radicalizar aún más las ideas ya de por sí extremistas. ¿Un mundo construido fuera de la ley es posible? ¿Qué clase de mundo sería ese?
Fuentes de Supremacismo nacionalista
[1] Maroto, JM.– Reseña de: SEBA, Kemi: Supra-négritude. Autodétermination, antivictimisation, virilité du peuple, Editions Fiat Lux, Paris, 2013, 225p. Publicado en: AGORA (2017), Vol. 36, nº 1: 273-27. [consultado: 18/10/2017][enlace externo]
[2] IDESCAT.- Anuario estadístico de Cataluña. Población a 1 de enero. [consultado: 18/10/2017][enlace externo]
[3] Estévez, M.- Datos clave de la economía catalana: la quinta parte del PIB de España sacudida por el terremoto político de Cataluña es fruto directo e indirecto de la inmigración. En ELDIARIO.ES, 06/10/2017. [consultado: 18/10/2017][enlace externo]