El necio gobierno de la riqueza
Muchas mentes preclaras han venido a manifestar a lo largo de la historia que mientras el sabio se sirve de la riqueza como de cualquier otro instrumento, el necio se convierte en su fiel servidor. Es una idea recogida por Martin [1] al expresar textualmente siguiendo a Séneca: «El placer, el bienestar, o las riquezas se cualifican como aceptables o rechazables en función del uso que se haga de ellos. Es aquí donde radica la gran diferencia que separa al sabio del ignorante«.
Séneca perfila su ideal del hombre según esta pauta, pero ligándolo al mundo en el que vive y no tanto a la virtud idealizada, como en el caso del estoicismo ortodoxo. El camino a la sabiduría no se ciñe únicamente a la persecución de la verdad por el camino de la meditación, sino que discurre paralelamente por la senda del comportamiento, aplicando aquella a las obras cotidianas. La sabiduría requiere contemplación para ver la verdad y esfuerzo para su conquista y conversión en virtud: «la sabidurla, en cuanto alma perfecta o conducida al grado más elevado y excelente, es el arte de la vida» (Séneca, Carta 117, citado por Martin [1]).
Leyendo a Miliband [2] podemos entender que la actitud de los gobiernos defiende por encima de cualquier otro considerando la «confianza del mundo de los negocios» y, consecuentemente, evita cualquier intervención seria que pueda poner coto al «incremento de las vastas desigualdades de ingreso y riqueza características de todas las sociedades capitalistas avanzadas«; es decir, nunca se atreverán a promulgar medidas para frenar el gobierno de la riqueza sobre los seres humanos.
Pero, ¿hay alternativas viables a las prácticas capitalistas que conducen al gobierno de la necedad? El profesor Roemer [3], por ejemplo, arguye que «la sociedad tiene la libertad de distribuir dichos beneficios [excedentes] de muchas maneras sin sacrificar la eficiencia de la empresa» y supondría una alternativa viable en los países en vías de desarrollo. Este profesor fundamenta la conveniencia de la intervención política en la economía basándose en los milagros económicos del Este de Asia. Harribey [4] por su parte critica «la incapacidad para pensar el futuro fuera del paradigma del crecimiento económico permanente» y mantiene la condena al actual utilitarismo y la necesidad de evolucionar hacia un concepto de desarrollo más en línea con una sociedad ahorrativa, solidaria y respetuosa con la naturaleza.
Visto el pequeño razonamiento anterior cabe concluir que o bien se produce un cambio estructural profundo en la dirección política de nuestras sociedades o seguiremos sometidos al necio gobierno de la riqueza ad aeternum (suponiendo que no reviente antes el sistema).
Fuentes
[1] Martin, M.- [en línea] El sabio, como proyecto de vida, según Seneca. Revista de Filosofía Taula, núm. 3, Mayo 1985. págs 75.83. Universitat de les illes Balears. [consultado: 23/09/2015] [enlace externo]
[2] Miliband, R.- [parcialmente en línea] El estado en la sociedad capitalista. Siglo XXI Editores. 15ª Edición. pág. 79. En: google books [consultado: 23/09/2015] [enlace externo]
[3] Roemer, J.- [en línea] Alternativas al capitalismo. Revista venezolana de análisis de coyuntura,1996, volúmen 2, nº 1 (ene-jun), págs. 85-97 [consultado: 23/09/2015] [enlace externo]
[4] Harribey, J.- [en línea] Alternativas al capitalismo: una concepción cualitativa del desarrollo, por una sociedad ahorrativa y solidaria. Grupo TACUBA. Boletín informativo semanal, núm. 37, págs. 2-5. 2005. [consultado: 23/09/2015] [enlace externo]