El mundo en crísis: fortuna favet fatuis
Fortuna favet fatuis es una frase latina al parecer traducible como «la fortuna favorece a los tontos«. Ahora parece como si los fatuis estuvieran al timón de este Titanic en que se ha venido a convertir la sociedad moderna. Ya lo expuso Hoolbrook [1] a propósito de la guerra de Bosnia, caracterizándola como «el mayor fracaso en la seguridad colectiva de Occidente desde los años treinta» y producto de «dirigentes incapaces».
Roll y Talbot [2] alegan que «La democracia ofrece un mecanismo para el reemplazo periódico y pacífico de los dirigentes incapaces«. Pero si esto es así, ¿por qué en este país no levantamos cabeza a pesar del relevo de timoneles?
Dichos autores anticipan que «explicar la riqueza mediante el capital y la tecnología es explicar la riqueza mediante la riqueza misma«. Actualmente la solución estribaría más bien en crear un «sistema justo y equitativo», el cual por sí mismo fuera capaz de generar «intercambio económico rentable entre sus participantes«.
Dicha receta dibuja un sistema liberal donde los dirigentes sean suficientemente creativos para diseñar unas reglas de juego adecuadas y realmente honestos para no intervenir en el escenario una vez iniciado el sistema. ¿Se parece acaso a lo realizado por nuestros directivos en las últimas décadas?
Fortuna favet fatuis. Libertad y economía
En esta misma línea se pronuncia Bernabé [3] cuando afirma: «Las causas de la pobreza no son la política económica liberal ni la superpoblación ni los países ricos que sojuzgan a los pobres, la causa se encuentra en la aplicación de un sistema de política económica que reprime la creatividad económica de la que cada hombre se encuentra dotado«. Sin embargo no queremos postular con esto la ausencia de la injusticia social, pero sí evidenciar como la carencia de libertad restringe la creatividad humana y su falta lleva a la dejadez y la pobreza.
Por lo tanto está muy claro. Las soluciones monetaristas – la eterna receta – no garantizan por sí solas el aumento de productividad necesario para escapar del agujero. Se ha de establecer un marco de juego limpio (reglas, leyes, normas) y asegurar su cumplimiento. Y para eso necesitamos dirigentes capaces y honrados, más que arribistas chaqueteros y corruptos. ¿Los encontraremos antes del naufragio? Ojalá sea así. Aunque un barco con múltiples timones corre el riesgo de fracturarse por exceso de tensiones centrífugas. Y todo en un momento donde lo requerido es una boga coordinada.
Por otra parte en este momento de la historia los ciudadanos no podemos considerarnos favorecidos por la fortuna, así pues ¿quienes son los fatuis del momento? Así la cuestión definitiva no es tanto cambiarlos por otros cada cuatro años, sino además desacernos de ellos definitivamente.
Fuentes:
[1] Holbrooke, R. El mayor fracaso colectivo de Occidente. Política Exterior, Vol. 13, No. 67 (Jan. – Feb., 1999), pp. 85-90, 93-97. [consultado: 29-03-2019]. Disponible: [enlace externo]
[2] Roll,R. y Talbot,J. [en línea] Países en vías de desarrollo no logran desarrollarse. En The Heritage Foundation. February 4, 2002. [consultado: 09-04-2012]. Disponible: [Enlace externo]
[3] Bernabé, M. [en línea] Liberalismo y catolicismo. Congreso Internacional: “La Escuela Austriaca en el Siglo XXI”. [consultado: 09-04-2012]. Disponible: [Enlace externo]