La insoportable levedad del homo politicus
Perseguir una libertad que sólo conduce a una insoportable levedad es en principio propio del personaje Sabina de Kundera [1], pero últimamente encuentro muchos parecidos en la sacralidad con que revisten los políticos a la eterna libertad de votarles. Sí, a ellos. A esos que aunque cambien de nombre, de siglas y de programa, siempre retornan a los mismos presupuestos.: No son otros que sus propios y particulares intereses de partido, de clase o de intereses, bien alejados de los pueblo al que «dicen servir y representar».
Dice Muñoz [2] que la mitad de la población posee el 98% de la riqueza mundial, al mismo tiempo que el 10% es propietario del 83% de esa misma riqueza y que el 1% de dicha población controla el 43% de la riqueza total del mundo, lo cual califica de «algo difícil de aceptar y, probablemente, bastante injusto«.
En la primera división de los ricos, como lo denomina Krätke [3], figuran ese 10% de personas cuya riqueza personal supera el medio millón de dólares, datos del año 2000 que al parecer tienden a volverse más elitistas y acercarse cada vez más a la cifra del millón de dólares para ser miembro del citado club. Frente a ellos, a la mitad de la población humana le ha de bastar para vivir con el 1% de la riqueza total. Lo de bastante injusto se queda hasta un poco corto para describir semejantes desigualdades.
Estoy completamente de acuerdo con la pregunta clave que se formula el colectivonovecento: «¿Ha permitido el capitalismo reducir las desigualdades entre ricos y pobres o, al contrario, las ha ensanchado?» Porque está en cuestión la legitimidad de un sistema con una enorme capacidad productiva (la mayor de la historia humana), pero al mismo tiempo responsable del peor reparto de los dos últimos siglos.
Cuando leo a Wallerstein [4] destaca a mi atención su frase: «la revolución mundial de 1948 había enseñado que, en definitiva, la simple represión no era muy eficaz, pues provocaba a las clases peligrosas, agitando sus ánimos en vez de calmarlos. Así que las clases gobernantes se dan cuenta de que la represión, para ser efectiva, tiene que combinarse con concesiones«. Pues parece que las concesiones se les están quedando cortas a nuestro homo politicus y es probable que a su insoportable levedad como ser humano se le haya olvidado que efectivamente hay clases peligrosas, y que su incapacidad directiva para enderezar esta crisis puede despertar nuevamente a esas clases «peligrosas».
Quizás debieramos empezar a pensar en jubilar al homo politicus «demodé» y sustituirlo por un sistema nuevo, justo y equitativo. ¿Es eso posible?
Fuentes:
[1] Kundera, M. La insoportable levedad del ser. Editorial TUSQUETS. Colección MAXI. Edición 2008, en Rústica 332 páginas. Idioma Español.
[2] Muñoz Luna, M.A. [en línea] La distribución de la riqueza en el mundo. En ideas.ie.edu [consultado: 03/02/2015] [enlace externo]
[3] Krätke, M. [en línea] Por vez primera, tenemos estadísticas fiables sobre la distribución de la riqueza en el mundo. En: sinpermiso.info, 16/01/2007. [consultado: 03/02/2015] [enlace externo]
[4] Wallerstein, I. [en línea] Agonías del capitalismo. En: inisoc.org [consultado: 03/02/2015] [enlace externo]