La moralidad política en democracia
Hoy la moralidad política en democracia es cada vez más importante para los votantes, pero no tanto para los políticos. De este modo, gobiernen unos u otros, la corrupción, el enchufismo, la manipulación de la opinión pública y la censura están siempre presentes. ¿Acaso comparten la misma moralidad todas las corrientes políticas? ¿Es superior la moral de la izquierda a la de la derecha? Son preguntas que todos nos hacemos. Así los articulistas, escritores e intelectuales lo suelen plantear en muchos foros. El votante de a pie se muestra cada vez más sensible a las consecuencias de la moralidad política en democracia y considera la «Política basura» como un cáncer democrático.
Es conocido que tanto el pensamiento político de la derecha como el de la izquierda conceptúan la moralidad de manera diferente aunque todos son morales. Sánchez-Cuenca [1] en su libro ‘La superioridad moral de la izquierda’ concede al pensamiento liberal un nivel más elevado de sensibilidad (ver artículo en El Confidencial). Afirma que la izquierda se preocupa más por la injusticia y el sufrimiento que afectan al ser humano. Y esa inquietud motiva políticas tendentes a cambir las sociedades y moverlas hacia valores que mitiguen dichos problemas. En el extracto del libro publicado por la editorial me llama la atención una pregunta. ¿De qué depende que una persona sea de izquierdas o de derechas? El título del libro parece decantarse inicialmente por clasificar como mejores las ideas morales de la izquierda. ¿Es todo tan simple?
La moralidad política en democracia: liberalismo vs conservadurismo
Para Rivero [2] el liberalismo se basa en el concepto de «ciudadanía». Es un estatus configurado esencialmente por la capacidad de participar en la política. Y este concepto hoy «está sujeto a una gran discusión acerca de sus presuntas virtudes: la libertad que promete y el carácter universalista de su discurso». Pero con el paso del tiempo, las reclamaciones liberales han enaltecido al individuo frente al fuerte poder del Estado (más propio del conservadurismo). El problema estriba en el abandono de las propias responsabilidades. Esperar todo del Estado protector y no aceptar obligaciones en reciprocidad ha sembrado la semilla del fracaso. ¿Para la izquierda la moralidad política en democracia impulsa pedirlo todo sin aportar nada? Más importante aún ¿es social y económicamente sostenible esta postura en democracia?
No todos los autores consideran superior a la moral de izquierdas. Para Lakoff [2] los conservadores tienen más éxito que los liberales en el pensamiento metafórico que utilizan para conceptuar la moralidad. Los conservadores usan la metáfora conceptual de la transacción financiera y crean una especie de moral contable. En ella los principio básicos son el deber y el pago: la metáfora de la «fuerza moral», que niega responsabilidad de la sociedad o de la clase social a nuestros actos. Por eso sus gobiernos siguen el modelo del «padre estricto» (gobierno) que protege a su familia (ciudadanos). Frente a ellos los gobiernos liberales adoptan el modelo de «progenitores atentos» (satisfacer, cuidar, atender). Pero en el modelo liberal existen diferentes corrientes según incidan más en unos aspectos u otros a satisfacer (aborto, LGTBI, etc.) y esa división les coloca en inferioridad frente al modelo conservador más unificado.
Fragmentación política y moralidad
Es cada vez más frecuente que bajo la presión de las políticas liberales los estados modernos experimenten tensiones internas de carácter fragmentario. La crísis económica ha reavivado dichas presiones y hoy vislumbramos una estampa política extraordinariamente fragmentada en Europa. En un artículo de Fernández [3], en la época de pre-crisis la media de partidos en Europa se situaba en 4,69. En la pos-crísis esa cifra media se eleva un 17,5% hasta la puntuación de 5,49. Y en nuestra propia experiencia, la de España de 2018, también podemos contemplar dicho fenómeno.
Esta tendencia centrífuga implica mejor atención a los diferencias, lo cual es positivo en pro de la igualdad. Pero estamos viendo que también lleva consigo grandes dosis de separación y voluntad de superioridad de unos sobre otros, lo cual va en contra del principio de equidad propio de toda democracia «social». Es un camino conducente de nuevo a pseudodemocracias donde la ciudadanía es «un privilegio» y no un derecho universal, o directamente a totalitarismos disfrazados. Europa en su conjunto y las democracias que la conforman se enfrentan a una situación grave. De la manera como se resuelva esta crísis dependerá si la democracia europea evoluciona o implosiona. Y la moralidad política tendrá un papel clave en la construcción de una europa más democrática o en su destrucción.
Si Europa no defiende una moral y una ética sociocristianas y al mismo tiempo abre la puerta a otras ideologías más radicales que utilizando las bondades de la democracia las utilicen para su destrucción, el desastre está servido. La moralidad política en democracia no es un lujo, sino la base de su supervivencia.
Otra clase política es necesaria. .. ¡No todo está hecho!
Fuentes
[1] Sánchez-Cuenca, I.- ‘La superioridad moral de la izquierda’. Lengua de Trapo/CTXT, 2018. Prólogo de Iñigo Errejón. 140 pgs. ISBN: 978-84-8381-222-8.
[2] Lakoff, G.- Metáfora, moralidad y política o por qué los conservadores han dejado a los liberales en el polvo. In social Research, vol. 62, no. 2 (Summer 1995).
[3] Fernández, C.- Una Europa fragmentada: el desplome de los partidos tradicionales. En Agenda pública (El Periódico). 1/06/2016. [enlace externo]