Política basura y cáncer democrático
Política basura
Éste es el panorama con el que malvive nuestro siglo XXI. Los «líderes supremos» se aupan al trono por la fuerza. Por la de las armas, la del control de la información y la malversación de los valores democráticos mediante políticas tóxicas.
Nada ha cambiado y todo conduce al mismo punto: tres mundos en uno. El mundo oficial, aparente y formalmente perfecto y sin mácula, tal como declaman a los cuatro vientos sus líderes «supremos». El orbe que habitan los privilegiados con carnet del régimen. Ese espacio celestial donde todo está bien. Hay de todo si tienes cartilla de racionamiento. La vida está solucionada si eres un inmigrante que ha salido en la TV poniendo tu imágen al servicio del gobierno progresista. También si eres familiar o amigo o querido de algún miembro o miembra del partido, etc. Sus habitantes reciben las prebendas y no se ven sujetos a la ignominia de «pagar impuestos» por los servicios, siempre hay puertas de escape a su disposición.
Política basura. Un mundo en «B»
Y luego está el «mundo en B», el de ese eterno mercado negro, donde la inmensa mayoría de los sometidos intentan sobrevivir a pesar del poder. Ahí se baten desesperadamente los que necesitan todo recurso posible para mantenerse vivos física y anímicamente. Ellos no pagan impuestos. No porque no estén sometidos a los tributos, sino porque su desgraciada situación les empuja a huir de un pago inasumible. En él suelen habitar todos los explotados por el sistema. Están aquellos cuya jornada laboral supera ampliamente los límites y nisiquiera reciben un salario justo. Junto a ellos están otros trabajadores cuyos contratos ni tan siquiera existen. Trabajan, sí, pero no constan oficialmente y, por lo tanto, no tienen derechos. Muchos de ellos son explotados por los poderosos del régimen: trabajadores sin alta en seguridad social, oficialmente contentos de «tener algo», pero no por ello menos desgraciados. El poder les compra con limosnas.
Política basura y contribuyentes explotados
¿Y de qué se alimenta el sistema cuando todos ellos no contribuyen? Pues existe un tercer mundo, muy real pero maltratado por los que llevan las riendas: el de los que producen y pagan impuestos. Los autónomos, los funcionarios, los trabajadores con contrato, los pequeños empresarios, etc. Esta nube de gotas productivas aportan sus esfuerzos y alimentan con recursos al sistema. Pero el despilfarro del poder escala cotas inaccesibles para los impuestos ingresados. Así pues los líderes supremos recurren a la «deuda pública»: esa que también se abona con esos impuestos que ni ellos ni el «pueblo en B» pagan.
¿Hasta cuándo puede aguantar una sociedad basada en la política basura? Mientras haya alguien que compre deuda pública, el sistema puede seguir malviviendo. ¡Eso sí a costa de perder libertad! A los líderes supremos no les importa la deuda. Ellos proveen buenas cuentas corrientes en paraisos fiscales. ¿Para qué se van a preocupar?
Cuando la bola de nieve reviente lo único que ocurrirá serán efectos para ellos colaterales: los pensionistas perderán sus ingresos, los pequeños empresarios se arruinarán, los funcionarios cobrarán sueldos de miseria, los servicios públicos se hundirán, etc..etc. Pero ellos no estarán en peligro. Los grandes líderes, el cáncer democrático … ¡ellos se habrán enriquecido con su política basura! Y tú… si tú, el que les mantienes con tu voto…¡Al final tú también llorarás, porque ellos no lo harán por tí!