Perseverar en la atención. Vencer al egoismo.
El desapego del yo
Perseverar en la atención es practicar el desapego. En particular supone asumir una vida serena no centrada en el yo. Una meditación activa y permanente, liberadora del sufrimiento. El cultivo del discernimiento, la observación calmada y constante de la vida en la que flotamos inmersos, hace posible la liberación. La meta es descrita de muchas maneras. Una de ellas, especialmente significativa, consiste en destruir el yo. Así se puede eliminar la separación entre el que conoce y lo que es conocido. Tal y como lo expresa Navarro [1]: «la liberación es ir a otro lugar o estado cuando uno deja de discriminar los objetos de los sentidos«. Así pues deberíamos huir del egoismo inconsciente. Una vez comprendido esto habríamos de interrogarnos sobre el cómo conseguirlo.
Perseverar en la atención
Estados transitorios de iluminación mental y nirvana no son lo mismo. Acceder al nirvana requiere alcanzar la completa liberación. Y ésta se conquista mediante el discernimiento, el cultivo mental conectado íntimamente con la atención y la eliminación del deseo. Así se obtiene la capacidad de percibir la experiencia sin ataduras, despertando a una dimensión superior de conciencia.
Pero no es fácil. La mente tiende constantemente a lo cómodo y lo conocido. Le hace sentirse segura permanecer en lo que se ha dado en llamar zona de confort. Es ese ámbito de nuestra vida donde todo está bajo control y nos llena de seguridad. Por otro lado permanecer eternamente en ese espacio nos condena al estancamiento. Porque cuando dejas de crecer mental y espiritualmente pierdes tu capacidad de morir internamente (Krishnamurti [2]). Ya no eres capaz de conducirte a tí mismo en el camino de la renuncia a la ambición. Después de ese momento te vence el egoismo y éste te torna sujeto de manipulación. Te haces esclavo de aquellas fuerzas y personas que compiten por el vacío de la posesión.
Vencer al egoismo
También en el mundo católico se reconoce la cualidad de perseverar en la atención como «esencial para huir del egoísmo» (Marí [3]). Es fácil percibir nuestras grandes actitudes egoistas, como pisotear al prójimo para ponernos a salvo en situaciones de peligro inminente. Pero son los pequeños y cotidianos detalles los que nos hacen capaces de los grandes actos egoistas.
En cambio existen rasgos del carácter que suelen pasarnos desapercibidos y sin embargo sintomatizan una personalidad egoista. Por ejemplo la incapacidad de escuchar a quien no está de acuerdo contigo (intransigencia). También tenemos la crítica soterrada, traidora y malintencionada (el chismoso). No lejos se encuentran la falta de humildad (soberbia) y la dureza de corazón hacia los demás (despiadados e intolerantes). Aquellos que se creen mejores, son feroces con los débiles y nunca aceptan una crítica aunque ésta sea constructiva (invulnerables). Y finalmente están los que contemplan el mundo como su propiedad, no asumen responsabilidades porque sólo ven sus derechos y permanentemente ocultan sus debilidades (aprovechados, irresponsables y falsos).
«Si vosotros mismos llegáis a comprender que ciertas cosas son demeritorias (akusala), falsas y malas, reprobadlas entonces…. Y cuando vosotros mismos comprendéis que ciertas cosas son meritorias (Kusala) y buenas, entonces aceptadlas y vivid conforme a ellas».
– Budha –
El nirvana
Todas estas anti-cualidades definen precisamente el comportamiento cotidiano de quienes en el fondo tienen miedo de afrontar riesgos y no son capaces de salir de su zona de confort. Consecuente ellos mismos atan sus propias cadenas y se vuelven prisioneros de sí mismos. Para no ser como ellos hace falta perseverar en la atención a los pequeños detalles. Hacerlo de manera constante y revestidos de un espíritu alegre y relajado. Como en el camino del zen que nos muestra Harvey [4], no nos atemos a nada. Cuanto más profundiza la mente en su duda, «más completa será su ‘gran muerte’, la muerte de los aspectos del ego«.
Porque el nirvana no es un lugar lejano e inaccesible. Al contrario, está aquí, a nuestro alrededor y dentro de nosotros. Únicamente hace falta captar el todo en sus detalles y vivir al ritmo de su paz.
Fuentes
[1] Navarro, JA.- Antropología del Budismo. Ed. Kairós, 2012. ISBN 978-84-7245-645-7. [consultado: 22/10/2016] [enlace externo parcial]
[2] Krishnamurti, J.- Morir internamente. En: krishnamurti.es [consultado: 22/10/2016] [enlace externo]
[3] Marí, M.- ¿Cómo huyo del egoísmo inconsciente? En: Fearless, jóvenes para cambiar el mundo. [consultado: 22/10/2016] [enlace externo]
[4] Harvey, P.- El budismo. Universidad de Sunderland. Cambridge University Press. 1998. ISBN 84-8323-0143. [consultado: 22/10/2016] [enlace externo parcial]