Un plan de vida. Persona y sociedad
La persona
Plan de vida personal. En muchos casos es habitual la permanencia en nuestro recuerdo del hecho de que cuando somos todavía niños es nomal poseer una mayor seguridad acerca de lo que desearíamos hacer con nuestra vida y de aquello en que quisiéramos convertirnos con el paso del tiempo.
Es también muy frecuente haber soñado en contar con alguien a nuestro lado. Una persona que nos acompañara y llenase nuestra vida. Pero claro está, con el paso de los años y los sucesivos fracasos se comienza a comprender que ese tipo de persona no existe sino únicamente en nuestra imaginación. Finalmente aceptamos que las imágenes mentales erróneas no pueden construir una vida satisfactoria.
Sería ésta una construcción de la personalidad fundada en una idea de persona ya antigua. Un concepto elaborado alrededor de «la palabra personae, que proviene del latín, y que se refiere a las máscaras que usaban los actores en las obras antiguas del teatro griego, dejando claro que la personalidad hacía referencia a un evento de tipo netamente psicológico y social, donde cada persona ejecuta o actúa un papel específico en esta obra de teatro que llamamos vida» (Valdez [1]). Una visión por lo demás ya superada.
De hecho si tal clase de ser existiese no sería una persona en sí misma sino una especie de esclavo de nuestros deseos y sostén de nuestras debilidades (lo que habitualmente entendemos como nuestros representantes).
Individuo, plan de vida y grupo social
Una persona real desearía, como nosostros mismos lo hacemos, realizarse por si misma, explorar su propio y personal universo y enfrentar sus particulares errores para aprender de ellos y crecer como individuo. Un concepto éste abierto a una comprensión de la personalidad como un «proceso o evento psicológico de carácter multidimensional, estable pero no inamovible, que tiene bases biológicas, psicológicas, sociales y culturales, heredadas y aprendidas, que se va construyendo a lo largo de la vida y que una vez establecida, guía o dirige todo el comportamiento de las personas.» (Valdez [1])
Una buena consecuencia de las reflexiones adultas sobre nuestro pasado consiste en comprender que para convertirse en un ente social positivo primero debemos aprender a ser buenos individuos y aceptar el derecho de los demás a recorrer en esa búsqueda personal sus propios caminos. No debemos caer en el error de cosificar a los demás para nuestro disfrute porque puede volverse en nuestra contra. Ello implica dejar atrás las ideas absolutas y fijar nuestra atención en las realidades puesto que como sugiere Comte [2] «el espíritu humano renuncia desde ahora a las investigaciones absolutas que no convenían más que a su infancia, y circunscribe sus esfuerzos al dominio, desde entonces rápidamente progresivo, de la verdadera observación, única base posible de los conocimientos accesibles en verdad, adaptados sensatamente a nuestras necesidades reales«.
Asi pues tracemos nuestro plan de vida, pero no lo hagamos de manera cerrada y egoista si queremos tener alguna posibilidad de éxito. Diseñémonos y construyámonos mejores cada día actuando sobre nosotros mismos con la mirada puesta en los otros. No tratemos de hacerlo al revés, diseñando y modificando la vida de los que nos rodean con el fin de utilizarlos para nuestro crecimiento individual. Ese género de vida en común está condenado al fracaso, como lo prueban los resultados del comportamiento de nuestros actuales políticos.
Fuentes
[1] Valdez, JL y cols. LAS TENDENCIAS DE PERSONALIDAD: ORIGEN, DEFINICIÓN, DESARROLLO, CONSTRUCCIÓN, EVALUACIÓN Y ALTERNATIVAS DE INTERVENCIÓN PARA LOGRAR UNA MEJOR SALUD MENTAL. Boletín Electrónico de Investigación de la Asociación Oaxaqueña de Psicología A.C. Volumen 6. Número 2. 2010. Pág. 373-405. Memorias del 3er Congreso Virtual Internacional de Psicólog@s navegantes. [consultado:20/04/2016] [enlace externo]
[2] Comte, A. Discurso sobre el espíritu positivo. [consultado:20/04/2016] [enlace externo]