En busca del amor. ¿Sacrificio o convivencia?
Cuando hablamos de amor comunmente lo identificamos con la entrega de nuestro corazón a la persona amada. Pero si somos sensatos nunca pensamos en arrancarnos ese órgano biológico y ofrendarlo como muestra de amor. Es el que nos mantiene con vida. ¿O quizás si? Es posible que aunque no queramos expresar la entrega de un trozo sangrante de nuestro cuerpo, si deseemos poner de relieve que al amar a alguien nos estamos entregando. Regalando lo más importante para nosotros, aquello que nos permite estar vivos. Por eso la frase «te entrego mi corazón» tiene sentido de sacrificio, aunque no sea literal. De hecho cada cual puede considerar que lo esencial para su vida es diferente de lo que consideran otros, aunque todos dependamos del corazón para mantenernos vivos y por ello la frase sea considerada como una expresión general de amor.
Al menos en el ámbito cristiano parece clara la relación entre amor y sacrificio personal: cuando se ama a alguien se ha de mostrar disposición a entregarle si no el corazón al menos aquello considerado parte sustancial de nosotros: para unos será el trabajo diario, para otros será la riqueza personal o para otros la inteligencia, en todo caso lo que sea más sustancial a la persona que ama activamente. El problema principal será siempre armonizar lo considerado «el corazón» por ambas partes. En muchas ocasiones lo que una parte considera su corazón, para la otra no reviste suficiente interés, y se produce la disonancia y el rechazo.
Componentes del amor
Atracción, intimidad y compromiso parecen ser tres componentes fundamentales del amor romántico. Sus combinaciones e intensidades relativas pueden dar lugar a relaciones muy diversas. Pueden convertirse en aventuras amorosas o en amores estables. Pero cualquiera de ellas nos enseña que no es fácil amar. Aunque suela ser más gratificante cuando conlleva no solo amar sino también sentirse amado.
El amor de pareja se puede buscar a través del sacrificio ciego, como muchas veces se nos ha enseñado, pero ésto no deja de ser una opinión. Otro camino quizás más saludable, aunque dificil, es el de la construcción común, el amor de igual a igual. ¿Cuál elegir?