Cambiar el mundo si, pero para bien.
No siempre cambiar el mundo en el acontecer histórico supone mejoras para la comunidad de los humanos. Como ejemplo reciente sirve el desencadenamiento de una quinta ola de cambio político (Szmolka [1]) en los países árabes. Sin embargo no se ha visto acompañada de una evolución democrática paralela y, consecuentemente, no ha repercutido en el bienestar de todos. Por ogtro lado los actores del cambio y los observadores externos consideran el avance democrático como condición necesaria para la evolución de las sociedades. Y dicho avance no ha estado presente en los cambios políticos mecionados.
En particular Temkin [2] considera que «la valoración ciudadana de la democracia será mayor en aquellos países donde la diferencia entre el desarrollo humano y el bienestar subjetivo sea menor«. Es muy posible que cuanto más elevado sea el desarrollo democrático en una sociedad más se acerquen las percepciones subjetivas de los ciudadanos sobre su bienestar a los criterios objetivos que miden su nivel. Igualmente observable es que las sociedades avanzadas prestan especial interés a poner en relación los datos sociales objetivos y las percepciones de sus conciudadanos, y la falta de armonía es considerada normalmente un factor de inquietud.
Cambiar el mundo. El IDH
Del trabajo de Temkin podemos deducir la importancia del índice de desarrollo humano (criterio objetivo), y la percepción subjetiva ciudadana basada a la vez en factores afectivo-emocionales y valoraciones cognitivas de la vida cotidiana. Así está claro que los índices de desarrollo humano y las valoraciones cognitivas de las bondades o maldades de un sistema político en un momento dado son menos manipulables que los aspectos afectivo-emocionales imperantes. En el famoso pan y circo las migas en la boca siguen siendo pruebas sólidas mientras que las emociones sociales continúan siendo características fácilmente manipulables: miedo, xenofobia y alienación rinden buenos réditos a los políticos que carecen de solidez.
¿Es que nunca vamos a aprender? ¿Hasta cuándo vamos a dejarnos manipular por las emociones sin exigir un cambio que sea para bien y no una mera rotación de inútiles siglas y rostros maquillados? Dice Ramírez [3]: «La democracia es un proceso y un hábito de actuación humana que pervive mientras esa actuación y esos hábitos persisten pero desaparece cuando las intenciones y las obras se corrompen«. En consecuencia la corrupción solo se para con mayor participación de los ciudadanos en la política. ¡Eso es lo que nos falta y eso es lo que debemos exigir!
Cambiar el mundo. Fuentes
[1] Szmolka, I. [en línea] Factores desencadenantes y procesos de cambio político en el mundo árabe. Documentos CIDOB. Mediterráneo y Oriente Medio. nº 19. [consultado: 06/05/14] [enlace externo]
[2] Temkin, B.– Desarrollo humano, bienestar subjetivo y democracia: confirmaciones, sorpresas e interrogantes. Revista Mexicana de Sociología, vol. 68, núm. 4, octubre-diciembre, 2006, pp. 731-760, Universidad Nacional Autónoma de México. [consultado: 06/05/14] [enlace externo]
[3] Ramírez González, J.L.- [en línea] La participación ciudadana en los países nórdicos Experiencias de Suecia. Análisis y conclusiones con miras al futuro. Conferencia Europea sobre Participación Ciudadana en los Municipios, Córdoba 4-7 de noviembre de 1992. Madrid: Comunidad de Madrid, 1992 [consultado: 06/05/14] [enlace externo]