Individualidad prohibida o negación democrática
Individualidad prohibida, al menos cuando no conviene al sistema. A John Dewey le inquietaba la enseñanza, especialmente a causa de las instituciones educativas. Según Pineda [1] Dewey temía que la universidad derivase hacia la manipulación y la formación de “discípulos”. Eso es adoctrinar seguidores de verdades establecidas (convenientes). Dewey sospechaba de las instituciones universitarias que no trataran de crear mejores jueces de la realidad a través de mentalidades basadas en la investigación personal y en el juicio inteligente. Esos son valores imprescindibles para el verdadero crecimiento del espíritu democrático. La manipulación de las ideas en la universidad no es algo nuevo. Como ejemplo sirva lo expuesto por Martín [2] en relación con la creación de verdades históricas «convenientes» a partir de datos falsos o simples mentiras.
Próspero de Bofarull i Mascaró, barcelonés y director del Archivo de la Corona de Aragón, que decidió, hacia 1847, reescribir el Llibre del Repartiment del Regne de València de la Edad Media con el objetivo de engrandecer y magnificar el papel que tuvieron los catalanes en la conquista del reino de Valencia de 1238. Próspero suprimió en su edición fácsímil del histórico volumen apellidos aragoneses, navarros y castellanos para darle más importancia numérica a los catalanes.
Martín Alarcón, J.- El archivero catalán que manipuló los documentos de la Edad Media.
Sociedad civil y poder
En una democracia real por todos es conocido que el derecho es garantía efectiva de la libertad de los ciudadanos. Pero también es imprescindible – aunque no sea tan evidente – la defensa del ejercicio efectivo del razonar por parte del ciudadano. Es aquí donde interviene el concepto de Santamarina [3] sobre la distancia o vacío que sostiene la democracia: la distancia en el binomio sociedad-poder o sociedad civil-política. Eliminar esa distancia equivale a destruir la democracia y abrirse al totalitarismo. Implica la eliminación de las diferencias, la prohibición de las discrepancias y los disensos. Conlleva entregarse al reinado de la individualidad prohibida, de la negación de lo distinto, del odio a lo otro.
Individualidad prohibida y alteridad
En el mundo de la modernidad la alteridad se ha convertido en el enemigo de la lógica de sumisión propuesta por el poder. Tenemos el modelo de un narcisismo posesivo institucionalizado por la manipulación educativa del poder. Sólo contempla al otro como un mero instrumento y lo repudia cuando no le es útil. Pero según Agra [4] hay una alternativa: la del individualismo ético. Éste asume que lo más revolucionario es actuar – a cualquier precio – sin renunciar a los principios. Esa es la única vía para el pensamiento constructivo/positivo, más allá de las posiciones negativistas de comunismos o libertarismos. Para éstos últimos la destrucción del individuo y su sometimiento al pensamiento único por ellos impuesto es la única salida. Solución que por supuesto destruye la democracia para instaurar el totalitarismo.
El individualismo ético no puede renunciar a la alteridad porque sin los otros el individuo no está completo. Pero tampoco puede vivir apartado de lo político y lo real. El individuo ético habrá de aprender a unir razón e imaginación. Si queremos sobrevivir no podemos vivir contra la razón ni usar a ésta contra la vida. Necesitamos tanto a la razón como a la imaginación del individuo libre.
Fuentes
[1] Pineda Rivera, D.A.– El individualismo democrático de John Dewey: reflexiones en torno a la construcción de una cultura democrática. Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2012-01-01.
[2] Martín Alarcón, J.- El archivero catalán que manipuló los documentos de la Edad Media. En: elmundo.es, 2015. [enlace externo]
[3] Santamarina-Vaccari, C.– Difficulties to Citizenship’Building in the Consumer Society. Liminar. jul-dic2015, Vol. 13 Issue 2, p53-61. 9p.
[4] Agra Romero, M.J.- Individualismo y democracia: narcisismo, resistencia, disidencia. Arbor, May 1, 1990.