Historia insolidaria y WEIJI
No es porque guste la Ciencia Ficción, que nos encanta, pero muchos de sus autores parecen verdaderos visionarios y además mentes muy preclaras. Es el caso del maestro Arthur C. Clarke en su obra «Claro de Tierra» (1955). En ella se nos presenta un panorama de mundos en guerra por el control de las materias primas. Bueno, no era nada nuevo en la época del libro. De hecho hay opiniones que lo califican de inspirarse en los bombardeos de Londres durante la segunda guerra mundial. Aunque tampoco nos suena a desconocido en estos días. Clarke nos sitúa en un conflicto interplanetario, pero hoy mismo ya estamos en un conflicto internacional de poderes y egoismos.
El mundo es una pelota flotando en el espacio y todos queremos explotarla al máximo. Nadie quiere poseer menos que los demás. Y por ello el concepto de propiedad privada nos empuja directamente hacia el conflicto. De hecho si repasamos la historia éste es un fenómeno que ha constituido la verdadera espina dorsal de la humanidad. Las guerras se hacen por el poder, pero éste se funda sobre la acumulación de la propiedad. Los poderosos siempre son los que más tienen y curiosamente nunca tienen bastante. Por lo tanto repartir no está en su lista de prioridades. ¡No, el poder no es solidario! Y si en algún caso lo parece, busquemos el motivo egoista oculto. Porque para ellos cada acto es una transacción especulativa, una apuesta a corto plazo por aumentar aún más sus beneficios.
En un artículo del Diario de Mallorca se citan unas interesantes palabras de Dezcallar sobre nuestra Europa: «Tenemos el 13% del PIB mundial y el 50% del gasto social, es decir, vivimos muy por encima de nuestras posibilidades [..] Necesitamos, por tanto, un proyecto europeo que recupere la ilusión perdida» (Vicens [1]). Además la concentración de la riqueza disminuye el crecimiento de los paises, según palabras de Dicenta citadas en el mismo artículo. Así pues las bolsas habrán de temblar. La ausencia de crecimiento instala la desconfianza y el miedo en el «mercado de expectativas» (Marcús [2]) influye siempre a la baja. La economía china estaba siendo la impulsora de las finanzas mundiales aunque siempre bajo la vigilancia y tutela del imperio USA, la atenta observación de los restos imperiales de Rusia y los trajes de corbata de la vieja Europa. En el fondo, cada uno con su estilo, todos atentos al trozo del pastel que les pueda corresponder despedazar.
La crísis de los refugiados ha sido un detonante, ha hecho saltar por los aires todas las caretas (¿carencias?) solidarias. Absolutamente todas las potencias ¿democráticas? mundiales han reaccionado cerrando fronteras. Unos han querido mostarse más abiertos a los problemas de toda esa gente masacrada y despojada por guerras de poder o por la simple esquilmación de sus recursos. Claro que inmediatamente han rectificado ante una situación donde también el miedo, explotado por los extremismos populistas, ha amenazado con una pérdida de votos. Otros han sido más directos y sin ningún pudor han proclamado ¡brexit, english first!. Y finalmente el giro político impulsado por el ¡america first! ha completado el círculo insolidario. Los poderosos proclaman que su ombligo es el centro del mundo, sin darse cuenta que lo que realmente están haciendo es pasar el testigo… ¡ahora China! WEIJI (WEI = peligro, JI = oportunidad)
Fuentes
[1] Vicens, M.- Un mundo más injusto, insolidario y con un poder multipolar. Diario de Mallorca, 21.09.2016. [consultado: 31/01/2017] [enlace externo]
[2] Marcús, S.- ¿Por qué las bolsas del mundo están cayendo en picado y qué consecuencias va a tener para todos? En: magnet, 2 Febrero 2016. [consultado: 31/01/2017] [enlace externo]