Políticas tóxicas con mentiras creibles
Políticas tóxicas no son un mero concepto, sino una desgraciada realidad cada vez más frecuente. ¿Qué son? Podríamos decir que están definidas por todas las medidas que impiden poner fin a un periodo caracterizado por un crecimiento escaso y desigual. Vivimos un largo periodo en que las economías avanzadas se estancan y generan conflicto social. Los políticos que no son capaces de afrontar el problema a menudo se ocultan tras decisiones no sólo inútiles sino contraproducentes. Eso son políticas tóxicas. Las que producen efectos negativos sobre la economía y la distribución equitativa de la riqueza. Y también las que impiden la implantación de normas y comportamientos con efecto positivo. Tanto unas como otras son igual de venenosas.
Como afirma El-Erian [1] toda conmoción política supone un obstáculo que dificulta diseñar respuestas eficaces a los desafíos económicos. Pero su afirmación más inquietante es señalar el mayor peligro que se cierne sobre nuestras sociedades. Viene a decirnos que mientras la mala práxis política siga venciendo a la buena economía, «la rabia y el desencanto populares crecerán y tornarán aún más tóxica la política». Y esto exactamente es lo que estamos viviendo en nuestro país. Malas decisiones políticas basadas en egoismos partidistas u oportunistas. Política especulativa que facilita también economías de corto plazo. Leyes que duran dos días o que ni siquiera se cumplen por falta de medios y de realismo. Lo que siempre se ha conocido como el «pan para hoy y hambre para mañana» es lo que impera una vez más. Y junto a ellos los partidarios del «cuanto peor mejor».
Parece que las mentes privilegiadas o no lo son tanto o no son escuchadas o los que dirigen prefieren mantenerlas acalladas. La situación es tal que nos hallamos atenazados entre dos extremos igual de ineficaces. Por un lado tenemos a los mentirosos que protegen la esquilmación de los recursos públicos. Usurpación que camuflan tras el síndrome de brazos caidos. ¿Para qué vamos a cambiar las cosas si ya funcionan?. Pero la realidad es que no es así. Paro, precariedad, sanidad en declive, prestaciones sociales que no llegan a los ancianos. La bota del poderoso ahogando al débil. Y los que podrían hacer algo, mirando para otro lado mientras llenan sus bolsillos corruptos.
En el otro extremo tenemos a los desnortados. Tribus vencidas por la realidad y capaces de cambiar sus ideales por un puñado de votos. Ansiosos de atrapar el poder se muestran capaces de vender principios tan fundamentales como la unidad, la igualdad y la libertad de todos los españoles. Así vemos como continuamente se alían con los nacionalismos más arteros o con los dirigentes más corruptos, todo depende de la conveniencia. Dicen tener unos principios, pero no dudan en cambiarlos según el escenario que pisen.
Dilapidación de recursos públicos, estrangulación de las clases trabajadoras, abandono de los emprendedores, sobrecarga de impuestos a los que producen para pagar los votos de los okupas. Si esto no son políticas tóxicas entonces ¿qué son?
Sin embargo lo que más llama la atención es que las conductas más rabiosas no provienen de los más oprimidos. Véase el caso del movimiento independentista catalán. Todo parte de un adoctrinamiento que lleva a dos millones de personas a querer destruir su nivel de vida privilegiado. ¿Y para qué? Para ponerse en manos de dirigentes que huyen ante el peligro, que cambian de look y se van a Suiza, de políticos que les han mentido y les están arruinando. Los movimientos rupturistas son así, se basan no en la razón sino en las emociones inculcadas con mentiras. Así florecen los desastres nacionalistas y populistas. Son ellos quienes promueven votar odio como solución a todo.
Las mentiras creibles son eficaces a la hora de manipular las mentes acostumbradas a dejarse llevar. Así ocurrió con la independencia de Kosovo. Su proclamación unilateral de independencia les convirtió en una región con un nivel de ingresos de 1500 €/año por persona: entre los más pobres de Europa. Un «país» con un 40% de paro y donde los privilegiados disfrutan de sueldos de 300 euros (Gómez [2]).
En consecuencia, toda gobierno basado en la mentira – aunque sea creible – desarrolla políticas tóxicas. Y éstas no solucionan los problemas sino que crean otros mayores. Lo curioso es que los medios de comunicación nunca plantean esta perspectiva. ¿Será que ellos forman parte de la bola de nieve de políticas tóxicas?
Políticas tóxicas: fuentes
[1] El-Erian, M.- Una política tóxica contra una economía mejor. En: nacion.com, 2016. [consultado: 01/03/2018] [enlace externo]
[2] Gómez, I.- Con 300 euros de sueldo eres un privilegiado. En: elcorreo.com [consultado: 01/03/2018] [enlace externo]