Tecnología y humanidad
En 1965 Murray Bookchin [1] publicó su libro «Hacia una tecnología liberadora». No resulta nada fácil poner de relieve alguna de sus frases sin guardar la íntima sensación de no haber seleccionado la más representativa, pero no importa, pues tiene muchas y todas plenas de significado.
En nuestro caso empezaremos por citar aquella que da pie a nuestro artículo: «Hasta ahora, todas las revoluciones sociales fracasaron porque [..] los sueños de libertad y de abundancia se ahogaban en la prosaica necesidad material de producir para poder sobrevivir«. La sabiduría popular entiende perfectamente que con el estómago vacío sólo se piensa en llenarlo y todo lo demás pasa a un segundo plano, la creatividad también. Y es aquí donde la tecnología puede, según Bookchin, echar un cable al avance de la humanidad, ayudándola a liberarse de la necesidad de ocupar todo su tiempo en la supervivencia y permitiéndola volverse hacia otros ámbitos más reconfortantes como la solidaridad, el estudio o el arte.
La tecnología bien dirigida puede convertir a la máquina en servidora del hombre. Así era en un principio. Es posible romper con la simbiosis actual en la que dicha relación se ha invertido, convirtiendo al ser humano en un ente biológico al servicio de los artefactos de producción. Pero claro, ello implica poner fin a la ideología nunca formulada. A la que se ha enseñoreado de nuestra realidad. Terminar la primacía de la producción al servicio exclusivo de ella misma y no del ser humano. La tecnología podría conducirnos a terminar con el ideal burocrático del hombre-máquina (esclavo eficiente). Abriría así el camino al hombre-vivo (libre y pensante).
Tecnología y humanidad. El medio natural
Otro aspecto esencial a recuperar mediante una tecnología liberadora es la relación del hombre con el medio natural. Hay que lograrlo de manera que por fín éste se haga parte fundamental de su cultura. Necesitamos urgentemente una «filosofía política basada en cierta búsqueda personal intransferible, inspirada en la contracultura, y unida a una ecología que reconoce y amplía el marco de referencia de lo humano a la escala del planeta» (Ardillo [2]). Una alternativa real de cambio frente a la sociedad de la destrucción podría ser la sociedad tecnológica intercomunicada, donde el pensamiento de la ciudadanía global se vuelva comprometido y activo, capaz de imponer a los lobbys medioambientales una vía ecológica realista y sólida.
Ciencia, Tecnología y Sociedad han de caminar unidos y, como expresa Vaccarezza [3]. No es normal que «no existan trabajos o programas (en medida relevante) que destaquen desde un punto de vista crítico los impactos tecnológicos sobre la vida de la sociedad (calidad, tejido social, integración social, distribución de beneficios, etc.)». Y menos comprensible aún resulta que la ciencia, la tecnología y su responsabilidad social, no sean sujetos privilegiados de la educación de los jóvenes. A no ser que esto ocurra por particulares intereses de dominación global y la conveniencia de no fomentar (o bloquear) el pensamiento científico-tecnológico-social.
Fuentes
[1] Bookchin, M.-[en línea] Hacia una tecnología liberadora. 1965. [consultado: 05/02/2014] [enlace externo]
[2] Ardillo, J.-[en línea]-Defender la tierra. USA 1989: los debates entorno a la ecología radical. [consultado: 06/02/2014] [enlace externo]
[3] Vaccarezza, L.S.- [en línea] Ciencia, Tecnología y Sociedad: el estado de la cuestión en América Latina. Revista Iberoamericana de Educación Número 18 – Ciencia, Tecnología y Sociedad ante la Educación. [consultado: 07/02/2014] [enlace externo]